Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 20 de junio de 2013

Y CUANDO ABRIÓ LOS OJOS....

EL PLATO DE ACELGAS SEGUÍA ALLÍ.



Carlitos, para qué nos vamos a engañar, es un ñoño comiendo; solo le gustan las mariconadas, y las comidas, son una continua pelea con su madre, en el colegio -aunque aquí si quiere comer, bien, de lo contrario, sale en ayunas-, o con quien quiera que se atreva a semejante osadía. Un día, ante un plato de acelgas, el tipo se plantó y dijo que no pensaba comerlas; "pues p'al gato", aunque a éste la verdad es que no le hacían demasiada gracia y las rehusó. A la hora de la cena, le sirvieron el mismo plato, pero además olisqueado y comida alguna patata por el gato. Así que imitando a aquél que emitió un comentario parecido sobre un dinosaurio y pasará a la posteridad por ello (hay chorradas inverosímiles), Carlitos cerró los ojos, recapacitó que si no comía las acelgas no le volverían a ofrecer ningún tipo de comida y al abrirlos el plato de acelgas seguía allí. Y haciendo de tripas corazón, se las comió.

Editado en un libro de microrrelatos por la ACEN de Castellón.

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