Volverán las alegres muchachadas
A tu balcón sus rondas a cantar,
y, otra vez, con ritmos apacibles
sus notas sonarán;
pero aquéllas que los vientos tremolaban
de temor ante el frente que avanzaba
aquéllas que olvidaron sus deberes...
ésas... ¡no sonarán!
de tu edén las tapias a ocultar,
y otra vez cada día, más frondosas,
sus brotes cubrirán;
pero aquéllas, marchitas por el hielo,
cuyos tallos mirábamos doblar
y caer, como lágrimas sin vida...
ésas... ¡no tornarán!
Volverán del amor en tus oídos
las mentiras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo coma
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te
querrán!