Actos de pura delincuencia callejera: palizas en los calabozos a detenidas indefensas, pelotazos indiscriminados a manifestantes pacíficos, y ahora muerte de un hombre a palos en la calle, a manos de una cuadrilla de estos energúmenos. Pero esto, con ser gravísimo, no es lo peor. Los políticos amparan y azuzan a esta jauría y cuando los jueces los condenan, ellos rápidamente los indultan. Ahora, en una chulesca y prepotente actuación, han acudido al juzgado en bandada camuflando a los culpables de dar muerte a ese ciudadano en las calles de la Barceloneta. Se saben impunes y se ríen del ciudadano que les paga, -tanto los polis como los políticos-.
En esa ciudad, Barcelona, y en su barrio chino aledaño a Las Ramblas, contemplé una noche, hace años, la tremenda paliza que la policía municipal, antecesores de estos delincuentes uniformados, le propinaba a un hombre. El infeliz no sé que delito habría cometido, pero gritaba como un poseso de los tremendos palos recibidos con la porra en todas las partes de su cuerpo mientras en el suelo se arrebujaba en un intento de protejerse de la paliza. Si con posterioridad se hubiera cepillado a sus maltratadores, yo no le hubiera condenado. El muerto del Rabal, no tuvo esa oportunidad. Sin duda que habrá agentes con todas las de la ley, pero también mucha basura y delincuencia entre sus filas que enmierdan y denigran a todos los demás. Y que dejan tuertos y masacran a los ciudadanos, enmascarados para que nadie pueda reconocerlos, como vulgares criminales.
LOS CULPABLES