Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 22 de noviembre de 2013

COBARDÍA

La actual sociedad española vive acobardada ante el ataque de la derecha y los financieros, que suelen ser la misma cosa. Y es que la generación que sufrió y vivió la posguerra y los hijos de la misma, -sobre todo estos últimos- quedaron vacunados contra quienes vencieron y saquearon a la sociedad civil vencida e incluso a los que creyéndose parte de los mismos, sufrieron los mismos rigores.

A pesar de la falta de libertades y a la represión de la dictadura, surgieron líderes que enfrentándose a los represores, lideraron a la sociedad obrera conquistando a base de lucha, terror y sufrimiento en sus carnes, derechos y libertades que les pertenecían. "La calle es mía", decía uno de los últimos dinosaurios del régimen acabando con unos cuantos obreros en una encerrona de los grises en una iglesia de Vitoria. Pero no pudieron con ellos.

Sin embargo después, muerto el dictador, salieron de sus escondrijos muchas comadrejas "demócratas de toda la vida" que poco a poco han ido socavando aquellos derechos y libertades con tanto sufrimiento conquistados. Surgieron "líderes" provenientes del frente de juventudes que se decían obreros pero que con solo rascarle un poco la roña mental y moral, salía el pequeño o gran dictador que durante años se había larvando en la clandestinidad. Hecho a sí mismo, como dicen los americanos. Nos empezaron prometiendo el oro y el moro y una vez en la poltrona, fueron virando hacia donde desde siempre tenían puesta la mirada. Hoy, los vemos donde realmente querían estar: en la cresta de la ola, nadando en el dólar y codeándose con los grandes explotadores ciudadanos. De González Márquez para abajo, los hay a miles tanto en los mal llamados partidos políticos como en los sindicatos. Al grito de "maricón el último", todos fueron metiendo el culo en la poltrona correspondiente, como en el juego de las sillas; no importa el lugar ni el asiento, lo importante es no quedarse sin el. De los derechistas, herederos cuando no continuadores de la saga dictatorial, nada hay que decir, siguieron y han seguido arriscados en el monte de sus privilegios explotando a los más desfavorecidos, que es como se labran las grandes fortunas.

Hoy, como decía al principio, los hijos de la generación a caballo entre la guerra y la posguerra, han perdido fuelle y combatividad, hallándose ya en el fin de su vida laboral o inmersos en ayudar a sus hijos con la pensión, a veces exigua, que reciben. Estos hijos, reciben sobre sus cabezas todas las presiones habidas y por haber: PARO, reducción de los servicios sanitarios, enseñanza pública para sus hijos cada vez más recortada a la vez que la manga se ensancha para la privada, coacciones a las libertades, palos si se atreven a exigirlas..... y así en un cúmulo de despropósitos que tiene acojonada y atemorizada a gran parte de la sociedad.

Y esto es malo, muy malo. Pero lo peor es que no surge por parte alguna un líder o varios que aglutinen y orienten a la sociedad liberándola de los miedos ancestrales y guiándola en la defensa de los valores y derechos que como ciudadanos libres les amparan. Da pena y asco ver a unos dirigentes cuya única preocupación son sus culos. Hay tantos y tantos episodios que así lo demuestran: dirigentes de sindicatos que lo son o han sido con el único fin de medrar, importándoles una mierda los derechos obreros -Fidalgo ex de CC.OO. ahora se codea con Charlot; Gutiérrez su predecesor, diputado del ex partido obrero-; políticos que en cuanto han podido se han convertido en tránsfugas hacia posiciones más "solidas"; y ahora en el súmmum de la molicie moral, se han puesto TODOS  de acuerdo para repartirse el pastel del CGPJ. Una "institución" más que necesitada de aire fresco y moralidad, inundada otra vez de mierda política.

Nada nuevo bajo el sol y que no estuviéramos acostumbrados a soportar ¿Hasta cuándo?.