Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 1 de enero de 2014

OTRA NOCHEVIEJA BASTARDA

Hace muchos años pasé una nochevieja rodeado de soledad y frío. Esta noche no he pasado frío ni la he pasado solo. Pero me han faltado dos cosas: mi padre y la alegría de vivir el momento (y no precisamente por su ausencia). No me importaría estar con él para la próxima.