Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 21 de agosto de 2014

NO ES LO QUE PARECE

En estos días playeros se observan cuerpos humanos de todas las edades, condiciones y estados. Desde abuel@s que ya no cumplirán los ochenta hasta niñ@s en pañales. Como yo tampoco soy ajeno a la degeneración que los años acarrean de forma exponencial, lo cual es injusto, mis sensaciones están más atemperadas que hace ...... por ejemplo treinta años. Bueno, no tantos, ocurre que ahora las miro más con ojos de artista. Yo puedo mirar una mujer y apreciar su belleza y su bondad sin que en mi interior se remuevan los instintos como me sucedía no hace tantos años y no digamos en los años veinte.

Y pensando, pensando, me he dado cuenta de que como en las cardelinas, lo que cuenta es la apariencia. Los bellos colores adornados con primorosos trinos y una figura estilizada aunque oculta por el plumaje, hacen que a la vista y el oído sean uno de los pájaros más bellos que en nuestra tierra habitan. Una mujer desnuda lo mismo que una cardelina sin plumas, salvando las distancias, pierde parte de su misterio. No seré tan canelo de decir que una mujer desnuda no levanta pasiones cuando muchas veces simplemente con imaginarla ya resucita muertos. Pero en cuanto se embadurnan la cara y cubren su cuerpo de forma insinuante y graciosa con cuatro trozos de tela que más que tapar enseñan, uno se queda embobado contemplando aquella obra de arte y su espíritu se siente recompensado, pues su cuerpo, las más de las veces, sigue en babia y ni se entera.