Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 14 de octubre de 2014

ME SUPERA

Este domingo tuvimos marejada. Parece que desea que vengan las fiestas para armar gresca. Teníamos a la familia a comer y a la tarde explotó. Como siempre, echándome a mí la culpa de todo. La hija mayor, se atreve a contradecirla ya que ella vivió todo el follón que preparó. Me tiene hasta los mismos cojones. Siempre en una continua lamentación. Pero tiene una mente compulsiva y de ideas fijas. Ayer hubo que barrer, pasar la aspiradora, fregar, a prácticamente todo el piso y la terraza. Creía que hoy ya se habría acabado el zafarrancho pero ¡quiá!, ayer ya se dejó empezada la tarea. No se que histeria le ha entrado con la limpieza -eso es viejo- y el brillo del suelo, pero ayer solo hizo que cagarla. Hoy, son las 6,30 de la tarde y todavía sigue; ha pasado un algodón de acero o aluminio, arrodillada, por todo el pasillo y una habitación, lo ha fregado no se cuantas veces y ahora lo está haciendo con vinagre. He llamado a un abrillantador profesional, pero no está conforme: ella lo hace mejor y además pide imposibles que el trabajador no hacía pues le rebatía y enseñaba lo que se podía y debía hacer. Luego, me tocará los huevos con que todo le duele, con que todo lo tiene que hacer ella porque yo no hago nada y que de todo cuanto le ocurre el culpable soy yo. Es una histérica obsesiva con sus ideas fijas y la limpieza, incapaz de darse cuenta de si está bien o está mal lo que dice, sobre todo, y lo que hace sin fijarse en que, quien al cielo escupe a la cara le cae. Pero la culpa es mía.