AL NIÑO DE LA FOTO
Colgada
en la pared de una habitación del pueblo en que nací, hay una foto del curso
escolar 1956/57 con el mapa de España de fondo, en colorines, donde las Islas
Canarias aparecían a la derecha bajo las Islas Baleares. ¡¡Cuánto hemos
cambiado ambos, el mapa o su contenido y yo!! Cuando contemplo a aquel niño con
cara mohína, bufanda oscura al cuello con un imperdible enorme fijándola, una
extraña mezcolanza de sentimientos fluye a mi garganta alcanzando mis ojos.
Inocencia que tras cualquier cosa que rompiera la monotonía, era seguida como
si del flautista de Hamelín se tratara.
Hoy
deseo hacerte partícipe de alguna de las cosas que te sucederán y que por
razones obvias tú no llegaste a vivir, ya que quedaste hibernado en aquella
instantánea inmóvil y eterna. En esos años tan ingenuos, había una chica de la
mochila azul, una flor de la cual estabas enamorado hasta el tuétano sin que
nunca, fruto de tu proverbial y enorme timidez, le confesaras amor a pesar de
ser un secreto a voces. Una noche en compañía de tus primos, le pusisteis unos
cardos borriqueros en la puerta de su casa; intuyo que ellos, más mayores, lo
hicieron con muy mala folla para herirte; tú fuiste más tarde y los quitaste
poniendo en su lagar albaricoques robados de un huerto y que ellos, sin
vergüenza ni honor, robaron tras marchar tú. En honor a la verdad y haciéndote
partícipe de lo que tu vida sería más adelante, te confieso que serías muy
enamoradizo pues según tu madre “te gustaba hasta un palo de escoba con falda”.
Claro, a tu madre, no le embelesaba aquel “palo de escoba”……
Para
evitar las dolencias en tu garganta, habrías de pasar por las manos de un
cirujano, carnicero diría yo, que sin piedad te extirpó las anginas. Los
dolores invalidantes que sufrías en las piernas, al final cedieron. Y seguiste
haciendo rastros por los huertos del pueblo en compañía de tus compinches, -o
los huevos que le afanasteis a la tía sastra del corral-, y cazando nidos de
gorrión y cardelina, aunque para una vez que conseguiste que éstas ya
estuvieran crecidas el maldito gato te dejó sin nada. Gatos mayores habrías de
encontrarte en el devenir de los años. Y antes que se me olvide ¿sabes que del
coto escolar, a quienes trabajasteis como burros a pesar de la edad, no os
dieron ni las gracias? Cortaron los árboles pero las perras se perdieron en
algún bolsillo espurio.
Y
llega lo más desagradable. Tu madre no quería que salieras de sus faldas;
compraron un mulo precioso y un día labrando en la Cerrada la Balsa, haciendo
pareja con otro de tu tío, se te escaparon y a la entrada del pueblo el tuyo
resultó con una pata cortada. Allí acabaría tu bucólica vida de campesino
forzado y sin vocación. Fuiste, un desertor del arado.
Hoy
tienes una hipoteca, dos hijas, una nieta y una perrita, Laika.
PD.- Te contaría más cosas de las que te sucedieron, pero ¿estas iban a cambiar el rumbo de si mismas o de tu vida? Creo que no, aunque si te das una vuelta por el blog para no aburrirte, seguro encuentras la mayoría, que no todas. Las piernas han seguido jodiéndote la vida aunque en honor a la verdad y a ellas, tal jodienda les ha venido impuesta de más arriba.
Aquella ocasión en la cual bajaste corriendo desde la charca del tío Narciso al pueblo, hace años que no la hubieras podido repetir. Ahora, aunque renqueante, puedes desplazarte y sobre todo, vives para contarla. Otras historias, ya las comentaremos si tienes interés en conocerlas.