Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 10 de marzo de 2015

MEMORIA DE ESENIO

El día nueve de Marzo de 1981 firmé el contrato de incorporación a GM España. Ello supuso muchas cosas. En primer lugar, pertenecer a una empresa líder a nivel mundial en el campo de la automoción y el cambio de sistema de trabajo que supuso para mí: ni mejor ni peor, diferente. Bueno mejor sin ninguna duda. Sin embargo, tuvieron que pasar muchos años para que empezara a "amar" a la empresa. No como el garito en el que me refugiaba, sino ese ente supranacional que permitió dar a mi familia un sostén y una estabilidad que siempre le reconoceré.

No obstante, tantos años en la fábrica, no consiguieron que saliera de allí con buenos recuerdos y mucho menos con amigos. Todavía hoy, me niego a recordar. Es el único medio de venganza que tengo hacia individuos que a pesar de haberlos apoyado y favorecido, nunca recibí de ellos el más mínimo aliento; solo cobardía y traiciones por doquier. Me niego a recordar siquiera sus nombres, cargos o puesto de trabajo. Solo hubo una persona, y a JR le llamaba la atención que lo mencionara, por la cual siento y sentiré simpatía: Rafael Cartagena. Estando allí aprendí dos cosas: las instalaciones son más agradecidas que las personas y que quien dá pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro.

Si els fills de puta volessin, no es veuria mai el sol!

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