Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 5 de febrero de 2015

EXPERIMENTO

El tiro por la culata.
 
En una web donde se dedican a vender relojes y joyas, el post anterior, promocionan un certamen al que denominan cartas de amor y al que adjudican como premio un reloj para el primer clasificado y otro, se supone de menor costo, para el segundo. Me llamó la atención que quienes votaban las "cartas de amor" era el público lector a través de la web. En el blog del convocante tuve una conversación se supone que con él en la cual le manifestaba mis dudas sobre el sistema de votación basado en la experiencia de otros concursos. La verdad es que tan subjetivos pueden ser los criterios del público como el de los jurados con una salvedad: las votaciones en la web por parte de los visitantes se presta a todo tipo de manipulaciones, no hay  subjetividad. Prueba de ello es que una carta enviada o editada ayer, 4 de Febrero, está en primer lugar de la clasificación en tanto la primera emitida, el día 23 de Enero, no ha recibido ningún punto. Y eso tiene una explicación: Los participantes, por un motivo de autodefensa, no votan a los adversarios. Los concursantes, o se votan a sí mismos o tienen un coro detrás que les proporciona los votos, de ahí la manipulación. Algo así como hizo Lara, el de Planeta, cuando entregó  a Cela el nobel indecente, un manuscrito que le había enviado un escritor para que le escribiera la próxima novela ganadora.
 
A la web convocante, aunque diga lo contrario, no le preocupa en absoluto quienes votan ni donde: lo que quiere son visitas, para eso ha convocado el concurso. Siempre puede haber alguien que en un momento dado adquiera alguno de los objetos en ella expuestos. De otra forma sería desconocida. Ocurre lo mismo con las editoriales; proponen concursos, algunas con el mismo tipo de valoración y los participantes no reciben ni las gracias pero proporcionan material gratis a los libreros que editan un libro que posiblemente no comprarán más que ellos mismos para ver su nombre en letra impresa y perdidos todos los derechos.
 
Ya metido en harina, quise experimentar con este tema. Dirigí una carta al concurso y voy a votarla cuantas veces me deje la web que es siempre que salga de ella y entre de nuevo. (Me temo que produce el efecto contrario; si voto, se hunde en la lista). Pero he puesto en marcha otra experiencia paralela: De un spam recibido en el cual hay varios correos -por cierto y por ello, de participantes en otro certamen distinto y presuntos escribidores-, he dirigido un correo múltiple a todos ellos rogándoles pasaran por la web y votaran mi carta. Eso sí, con copia oculta para que no vieran el correo de los demás. A ver que tal andaban de solidaridad corporativa. Con el ego que tienen esa gente....
 
La primera reacción ha tardado menos de diez minutos en producirse. Una presunta periquita, me ha echado la espedregadera y condenado a las iras del infierno, porque, "a ver usted de dónde ha sacado mi correo y si no lo borra lo denunciaré a la agencia de protección de datos". Ingenua, quienes envían spam, se pasan a la agencia por el arco de triunfo animado por una banda de majorettes. Con posterioridad, he recibido dos correos más, del mismo tenor, aunque sin amenazas. De momento ninguno con resultados positivos o pidiendo explicaciones de un modo que yo gustoso se las daría, lo mismo que estoy haciendo aquí.
 

Concurso Cartas de Amor Alfonso Joyeros