Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 31 de diciembre de 2015

HASTA NUNCA AÑO VIEJO (aunque podía haber sido peor)

Iba a titular esta entrada como adiós, maldito año, pero he reflexionado sobre ello, cosa esta que no practico a menudo, y he llegado a la conclusión de que el año en sí no tiene culpa de nada, es solo una circunstancial medida del tiempo por la que nos regimos los humanos y que lo mismo podría ser 3552 que 1270.
 
Porque somos los humanos quienes nos empeñamos en hacer que un año sea fatídico o esplendoroso. Nuestras particulares condiciones nos impelen a comportarnos de una u otra forma. Este año que termina recibió una herencia envenenada del anterior que explotó nada más comenzar su andadura. Y no la deja mejor para el que comienza en unas horas. No celebré su entrada y espero que su salida sea más agradable, pero en todo caso, la culpa no es suya sino mía y de mis circunstancias.
 
PD.- Me deja en herencia la compañía y el amor de mi perrita Laika. Muy positiva.