Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 19 de septiembre de 2016

SAN GINÉS

Por si no teníamos bastante leyenda con el castillo, hoy nos recrearemos con la de san Ginés. Fue un santo al que un emperador romano, déspota y sanguinario, Diocleciano, mandó decapitar por negarse a cumplir sus caprichos, como no podía ser menos. No sé cuando ni como este santo vino a ocupar el cerro más alto de la Sierra Menera. Su ermita está rodeada de restos pasados de edificios lo cual hace pensar que pudo existir una ermita más antigua y algún tipo de población en épocas lejanas. El cerro está coronado por un torreón con unas paredes de más de dos metros de grosor. Por su privilegiada posición controlando cientos de kilómetros a la redonda, no cabe duda que fueron los ojos del castillo quienes aquí moraban, que a pesar de su posición no dominaba tanto territorio.

Es un cerro que por su posición orográfica sirve de triador de las tormentas, ello perjudica notablemente al pueblo de Peracense, al que deja en seco la mayoría de las veces. Y es aquí donde surge la leyenda. Hay en Celadas, un pueblo de la sierra Palomera en la margen derecha del río Jiloca, una santa llamada Quiteria que según las malas lenguas se negó a ser novia de san Ginés. Y éste en venganza, le envía las tormentas veraniegas con pedrisco de tal forma que raro es el año que su término se libra de pedregadas. Reparto que también alcanza a la vecina Alfambra, quizá por celos de alguna otra santa. Y es que, no todo el monte es orégano.

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