Escucho y veo los prolegómenos del concierto de Año Nuevo celebrado en Viena y me viene a la mente que tanta belleza redime un poco a la raza humana de tanto hijo de puta como la lleva masacrando desde el comienzo de su andadura en este planeta.
Pero eso solo es un consuelo pasajero pues a buen seguro que muchos de esos hijos de puta que hacen infelices a millones de personas, estarán allí escuchando el trabajo de otras gentes que jamás cometerían esos crímenes horrendos. Mientras, en algún, o muchos algunos, lugar de este maravilloso planeta otros especímenes estarán planeando la forma de eliminar físicamente a cuantos semejantes queden a su alcance; de igual forma maquinarán la destrucción de obras que a lo largo de los siglos el ser humano ha ido acumulando para su solaz y el de generaciones futuras.
Desengañémonos: el ser humano en sus actores de ambos sexos, reúne lo peor y lo mejor de los vicios y defectos con los cuales la naturaleza se dignó dotarle. Lástima que lo malo se haya impuesto a lo largo de la historia y lo bueno haya transcurrido oculto y a remolque.