QUE SE CURA CON LA MUERTE
Es el gran
fracaso de la vida. Leí en algún sitio que solo los valientes mueren una vez en
tanto los cobardes palman en innumerables ocasiones. Yo tengo mucha práctica.
La realidad es que hablamos de la muerte con una facilidad pasmosa. Es normal
escuchar "por qué no me moriré" o "qué hago aquí ya",
"estoy harta de vivir"... palabras tomadas en vano. “Voy, me muero y
vuelvo”. Postureo, palabreja que está de moda últimamente. Cuando la gente realmente
ve las orejas al lobo, se olvida de todas aquellas frases lapidarias. Cuando
muera quiero que hagan esto o lo otro y lo de más allá... Postureo; cuando
mueras, has dejado de existir no un poquito, ¡totalmente!, no vas a estar allí
para controlar que se haga todo como tú estableciste. Te podrían hacer las mil
y una perrerías y tú, que en vida eras un bulldog que se comía a la gente cruda
de aperitivo, ni te inmutarás. Y suerte si la palmas en tu cama; si lo haces un
poco a la intemperie, los forenses disfrutarán contigo cual matachín el día del
mondongo. Habrás podido ser el mayor santo del mundo o el asesino en serie más
canalla de la historia; puede que se acuerden de ti para bien o para mal, pero
tú, no lo verás. No hace mucho hablando del tema un pariente decía que lo que
hubiera hecho aquí quedaba y tal... ¿y a ti qué más te da si no lo vas a ver,
si ya no existes? Muchas veces he meditado si la vida tiene algún fundamento y
para qué estamos todos en este mundo. A más a más, porqué existe el
mundo. El mundo existe porque existo yo. ¿Hace ruido al caer un árbol si yo no
lo escucho? Miles de hipotéticos antepasados, hermanos, hijos… nunca tendrán la
posibilidad de plantearse esta quimera. Podría tener sentido, la vida, si
hubiera una continuación antes o después de la existencia terrena, pero ya
vemos en qué queda ésta cuando nuestros seres queridos desaparecen. (Nada falta
en los funerales de los ricos, salvo alguien que sienta su muerte). Si fuéramos
antropófagos, veríamos como en la carnicería podríamos comprar filetes de muslo
o cualquier otra parte del cuerpo humano, (realmente sería difícil elegir
porque una vez muertos, algunas partes pierden mucho y yo las prefiero
crudas, vivitas y coleando, al natural) lo mismo que hacemos con un pollo, una
ternera o un cerdo. Y no pasaría nada, igual que cuando asamos unas chuletas de
cordero a la brasa. Cavilo en que a mí podría ocurrirme algún percance y
palmarla sin remedio, hasta el punto de no darme ni cuenta de ello (sería
ideal). Y eine grossen putaden, postureo descarado. Pues de todo aquello
que tengo dispuesto hagan conmigo, no me iba a enterar aunque tardaran quince
días en echarme en falta. No estaría aquí para ver cuando me hallaban, ni
tampoco en lo alto del cerro de san Ginés cuando arrojen mis cenizas al viento.
Hablamos de la muerte como si pensáramos asistir a nuestro propio entierro. Nadie
sobrevive a sí mismo. Y en dos generaciones, nadie se acordará ni de que hemos
existido. De los abuelos se acuerdan los primeros nietos en nacer, de los
bisabuelos, casi nadie (solo conocí uno, y no recuerdo nada suyo salvo el
nombre). Cuando repasan la historia de la Tierra y dicen que tiene no sé
cuántos ¿millones? de millones de años, da grima escuchar a esos que se ponen estupendos
haciendo discursos sobre el ser humano y olvidan que muchos millones de años
antes esto fue un vergel y existieron unas formas de vida sobre ella que, si
bien el hombre mientras no se demuestre lo contrario es la más inteligente
conocida, no podemos saber si antes no existieron otras civilizaciones tan
adelantadas y estúpidas o más que la actual. Sobre todo porque el homo sapiens
tiene poca historia y sapiens no está demostrando serlo en demasía, de lo
contrario, esto sería un paraíso y no una basura dominada y gobernada por canallas
depravados. (Solo mirar quien dirigió, y dirige, el FMI y donde están ahora,
ilumina bastante el asunto; y no me olvido de tantos y tantos dictadores
sanguinarios). Hace años hablaba del tema con un compañero de trabajo ¿Y si
nosotros formáramos parte de un ente del cual no tuviéramos noción de ello?
Sin darnos cuenta, en nuestro cuerpo, diariamente millones de células y
bichos raros ajenos, nacen, viven y mueren sin que nosotros nos
percatemos. Y hay un hecho irrefutable: nadie, absolutamente nadie, ha
vuelto para dar fe si hay un Más Allá o un menos acá. Todo lo que cuentan
algunos iluminados, son historias para no dormir o para bien comer.
Alucinaciones que el ser humano quiere creer porque se resiste a desaparecer
definitivamente.
Cuando vives la muerta de cerca, desde mi óptica cobarde, te das cuenta de que tu vida ha sido anodina, que no has hecho nada digno de ser resaltado, que no has vivido a tope por lo cual tampoco debiera darte tanto miedo partir. Ayer en un funeral, me hice una reflexión, yo que tan poco dado soy a ellas: ¿porqué empeñarse en negar la existencia de un Más Allá si al fin y al cabo te va a dar lo mismo en el más aquí? Veo que se acaba el tiempo de viaje y si me exigen resultados, no es que pueda exponer mucho en favor de los demás, lo peor es que todavía puedo exponer menos en favor de mí mismo. En fin, cuando uno está negativo, mejor es dejarlo estar.
El
Hombre, algunos hombres, hicieron a Dios (o a cualquier otra deidad) a su
imagen y semejanza.