Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 28 de marzo de 2016

SIN TON NI SON

Tenía la secreta ilusión de poder ganar aquel premio que le permitiría hospedarse gratis aunque fuera por dos noches en un hotel de playa. Le hubiera dado lo mismo hubiera sido de montaña, él deseaba experimentar el placer de ser servido, de dormir en sábanas blancas, de ponerse morado en el bufé, pero cuando leyó los primeros premios del anterior concurso, se dio cuenta de que nunca podría aspirar a tales gabelas. Así que recogió sus bártulos y esperó a que el autobús lo trasladara otra vez al puerto donde lo deportarían.

Qué duda cabe que para escribir y sobre todo para participar en concursos literarios, es necesaria una gran dosis de imaginación. Acabo de ver el fallo de un concurso patrocinado por un hotel de costa. El segundo y el tercer clasificados, digamos que los he comprendido pero el primero, me he quedado in albis. Ni puta idea de que iba el tema.

Recuerdo cuando estudiando en la escuela de hostelería de Santiago de Compostela, hicimos una redacción de un viaje a las estrellas. Uno de los alumnos, “llegó” a un planeta en el cual al poner pie en el suelo, dijo: Alfalfa, en alusión a que era o se llamaba Alfa. No satisfecho con eso añadió que se percibía un olorcillo a chorizo de Cantimpalo que no veas…. La hilaridad que atrapó a todos los alumnos no desmereció de la fantasía del escritor. La situación era irreal e imposible, pero gustó; quizá la situación del primer premio aludido sea la misma.