Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 29 de marzo de 2016

MI BUENA OBRA DEL DIA

Los gorriones, forman parte de mi acervo personal, idiosincrasia y experiencia vital. Desde sus trinos mañaneros o peleones en primavera hasta el piar de los gurriatos en el nido esperando la vuelta de los padres con la comida. Dicen que son tímidos y que por eso no se dejan acercar; pienso que más bien son unos granujas y ladrones que arramblan con todo que cae al alcance de sus picos; desde las semillas sembradas en el huerto hasta la comida de los perros en el jardín.

Reconozco que su única obligación y faena es procurarse el sustento y que con tan nimia envergadura poco daño pueden hacer, pero en los sembrados de los huertos habían de protegerlos con red o espantapájaros o las semillas desaparecían. Grandes bandadas sobre las mieses ya maduras, muchas veces las he visto en otros tiempos. Hoy leo en un periódico digital que ha desaparecido la fauna gorrionera en un tanto por ciento preocupante. Las costumbres humanas han cambiado y con ellas el hábitat de todo el entorno. En la ciudad, te puedes encontrar especies que antes solo se daban en el entorno rural. Picarazas, turcazos, tórtolas, alcotanes, grajas..... y cuervos.

A lo que iba. Esta mañana al levantarme, en la cocina se escuchaban ruidos extraños. He pensado si alguien estaría robando en el jardín por lo que con precaución, he levantado la persiana y no había nadie. No era ruido continuo, sino "a plazos", intermitente. He aguzado el oído y el sentido común para relacionar los ruidos con una causa concreta. Poco a poco se ha ido haciendo luz en mi mollera. Procedían de dentro de la campana extractora de humos de la cocina pero estaba apagada. Aunque nunca antes había ocurrido, quizá por no estar presente, había oído que a veces los tordos caían por el tubo de la chimenea.

Con esta certidumbre, he comenzado a desmontar uno de los motores del extractor mas no ha salido ningún pájaro vivo ¿?. Sí había dos gorriones más tiesos que la momia de Tutankamon, un escarabajo y una mariposa amén de grasa y suciedad propia de la función que realiza. Bueno, pues el vivo no se ande andará, pero salir no ha salido ni por arriba ni por abajo. Como tenía una tarea más urgente que realizar, he dejado abierto el agujero donde estaba montado el motor. Luego lo pondré. Al poco, me ha llamado la santa: ven que ya ha salido. Un corbato, así llamamos en el pueblo a los gorriones macho, todo pringao de aceite estaba apoyado en el grifo del agua. En buenas condiciones a pesar del susto y del tiempo que allí llevara; al parecer desde ayer. He intentado cogerlo para limpiarlo pero volaba y no he podido por lo que he optado por abrir la ventana y dejarlo marchar. No ha necesitado ayuda; ha salido volando raudo hacia la calle y supongo que dando gracias por haber vuelto a nacer. De no estar en casa hubiera perecido. Yo, me he sentido bien. Conforme la vida está más cerca de su fin, más feliz me siento intentando prolongar la ajena.