Tal y como la letra de la canción de
Amaral dice: “Como hablar, si cada parte de mi mente es tuya….” En realidad, la
transcribiría toda aunque me acusaran de plagio, pues sería la mejor
manera de definir los sentimientos que quiero expresar.
Un año ya. Qué inescrutables son a veces los designios del destino.
Sabes que mi soledad me inducía a buscar compañía a pesar del miedo que me detenía
por temor a un desengaño y de no saber estar a la altura. Meses de búsqueda ansiosa
en medio del frio ambiental e interior, fracasos y errores incluidos. Cuando ya
dudaba y me daba por vencido, el azar te puso en mi camino.
Tras unos breves contactos fui a verte a
tu casa, a tu familia y ya no nos separamos. Me has dado alegría, compañía y han
aflorado unos sentimientos ocultos que no sabía existían en mí. Difíciles de
expresar por cuanto están ahí y son solo para ti, imposible de enunciar pues me
falta capacidad expresiva. Me haces decir palabras, a veces incoherentes, que
brotan del fondo de mi corazón y mi mente como agua cristalina en una fuente
inagotable. Cierto es que hubo momentos de zozobra y desánimo felizmente
superados.
Cuando echo la
siesta, acurrucada entre mis piernas siento que te necesito a mi lado. Duermes
en tanto vigilo que permanezcas feliz y confiada. Intento comprender tu mirada
limpia y amorosa que sigue todos mis movimientos con el fin de leer en ellos
mis deseos adelantándote al siguiente
paso.
Has conquistado el corazón de casi toda
mi familia. Me has ayudado a calmar mi
ansiedad y comprender mejor que hay que ser comprensivo con los demás; nadie
somos perfectos.
Es posible que pudiera reflejar mejor lo
que siento por ti, mas no aumentaría mi amor. Tus lloros lastimeros cuando
percibes que nos vamos a separar, me hacen sentir mal; no quieres saber de
razones, solo mi presencia y mis brazos te hacen sentir tranquila. En cuanto a
mí, recupero a Amaral: “Sin ti no soy nada”
Te amo, Laika.