Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 1 de mayo de 2016

MAYOS, THE WORKERS' DAY Y LA CRUZ DE MAYO

Ya estamos a treinta del Abril cumplido
alegraros damas que Mayo ha venido.
  
Qué lejanos quedan ya los años en que la pasada noche se celebraban y sorteaban Los Mayos. Hoy, en los lugares donde se cantan, Albarracín como punto de referencia, han devenido en folclore turístico perdiendo las esencias primigenias que hacían suspirar y vibrar a miles de corazones jóvenes esperando del azar que la maya o el mayo fuera el que en secreto anhelaban. Vaya aquí mi recuerdo a la única Maya que tuve, Feli, desgraciadamente desaparecida hace años. JR, dibujó los Mayos de Albarracín, de forma magistral.
 
 

 
Parecida suerte le ha está tocando al Primero de Mayo en relación con los trabajadores. Si alguna vez fue un día de reivindicaciones, manifestaciones y de lucha, cada vez con menor intensidad pueden relacionarse tales protagonistas. Los trabajadores, están llamados a ser una especie en extinción en cuanto clase reivindicadora; la merma de derechos sindicales y personales tanto en el ámbito laboral como privado, están acabando con cualquier atisbo de reclamación. Es como la pescadilla que se muerde la cola: si no tengo trabajo ¿Qué cojones voy a reivindicar? y si lo tengo, dado el ambiente degradante y fascistoide que nos acogota, no lo voy a poner en peligro.
 
Ayer comentábamos que a los votantes del partido podrido ppsoe, les importan un guebo los derechos ajenos. Incluso los tontos de los cojones mancillados bajo la bota explotadora de sus amos, y no obstante votantes de esa banda de delincuentes apandadores, no les importaría un carajo liarse otra vez a tiros y eliminar a todos los que no piensan como ellos. Aunque estén muertos de hambre.
 

 
También hoy, reminiscencias del pasado, celebran/mos en mi pueblo san Ginés, en la versión de la santa Cruz. Antaño, subíamos al cerro en romería a bendecir los términos. Hoy, han bajado al santo y en el Llano cumplen con la tradición. Lo mejor viene después: dos huevos cocidos a cada asistente a misa y más tarde, un par de cestas llenas de huevos y picoteo con bebidas en la puerta del horno, -el lugar donde más ventisca se ve-, para todo el que asista. Los que a pesar de llegar tarde no tenemos vergüenza, nos hemos traído media docena de huevos en el bolsillo más dos en el estómago. Hay gente pa tó.
 




ponno

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