Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 22 de mayo de 2016

LA ZORRA PLATEÁ

Me debato entre ser políticamente correcto o tirar por el camino de en medio y llamar al pan, pan y al vino, vino. En la vida tiene uno oportunidad de toparse con personas, verdaderas joyas, o hijos de la gran puta, con situaciones intermedias. Por suerte o desgracia, tengo unos vecinos en mi casa de la playa que podríamos encuadrarlos en la segunda casilla. Desde el principio, cuando la compramos, ya tuvimos una gran discusión debido a que nos dejaron sin señal de TV. Hace falta tener morro y caradura para quitar las conexiones a los demás vecinos. El constructor hubo de venir a rehacer el cuadro y poner conexiones nuevas.
 
Estos últimos años, han estado de juicios y líos porque otros vecinos construyeron a su antojo en el jardín. Les obligaron a desmontar todo. Ahora, la zorra plateá que habita la casa contigua a la mía, tras obligar a tirar a los otros lo ilegalmente montado, se ha pulido también al marido. A primeros de diciembre pasado, -y mucho antes-, todas las noches tenían jarana pero solo se escuchaban los gritos e histerias de la mujer. El hombre debía estar hasta los mismísimos y antes de Navidad desapareció de la casa. Luego hablan de violencias machistas. La paciencia que tuvo que tener para no aplastarle los morros alguna noche. Aquello era insufrible.
 
Pues ahora me está complicando a mí la vida de nuevo. La muy hija de puta, me ha colocado en el medianil del jardín un mamotreto de un metro de alto que obviamente me quita luz y aire. Y que da asco verlo. Por su parte quedará muy bonito pero por detrás da pena. Aunque eso a ella se lo trae tumefacto. Y ahora ¿qué?. Líos innecesarios. A consultar sobre la validez de la acción y si no está en condiciones, a denunciar. Gastos, malos genios, incordios...... Como reza la portada del blog, si los hijos de puta volaran, no se vería nunca el sol. Ésta, no tocaría nunca suelo.