Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 11 de julio de 2016

HORMIGAS

Son tantas las ideas que pasan por mi cabeza mientras paso el rato de sí está en el rincón de pensar bajo el amparo de la morera que difícilmente retengo alguna de ellas. Además esta entrada la comencé cuando leí la carta de los post anteriores y de aquellos polvos no quedaron lodos.

Leí un artículo de Juan Tallón en su blog Descartemos el revólver y de allí salió la idea. Julio Cortázar realizó un viaje de un mes por Francia, acompañado de su mujer, sin salir de la autopista. De las muchas cosas curiosas que pudieron observar, las hormigas fueron las campeonas. Lo invaden todo en cuanto lo dejas a su alcance. ¡¡Hasta las servilletas de tela han llegado a comerse, en nuestros alimentos!! Hacen como en los dibujos animados de Tom y Jerry; a toque de trompeta, en fila arramplan con todo. Claro que los dibujos animados, son eso dibujos y los bichos son unos mandados.

Tengo el jardín lleno de estos animalejos y hacen a pelo y a lana. Se me ocurrió dejar el granulado de la perra fuera y cuando me di cuenta, había más hormigas que bolas. Lo tuve que tirar. Las hay de diferentes tamaños y cuesta averiguar de donde proceden. Levantando piedra por piedra en el jardín he hallado sus nidos y dado muerte con spray a cuantas había allí, huevos incluidos. Pero acabar con ellas, es misión imposible. Suben pared arriba y te preguntas donde van; utilizan las cuerdas del tendedero para desplazarse e invadir la ropa tendida. Y de los árboles, ni hablamos, son su dominio predilecto. Pulgones invasores están detrás o delante de ellas. A veces, acotolan la planta que invaden.

Es imposible acabar con ellas; el único remedio, por llamarle de alguna forma, es no dejar ningún comestible o restos de ellos en parte alguna, pues lo hallarán ¿Cómo? Parece increíble pero deben tener unas comunicaciones que para nosotros quisiéramos.