Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 21 de julio de 2016

SIN PERDÓN

Ni piedad. El día 18 alrededor de las 8 de la tarde, un hijoputa, cabrón, delincuente, ladrón, miserable, crápula, canalla, asaltó a mi madre en plena calle. De un tirón le arrancó la cadena con la medalla y la empujó contra el suelo. El malnacido pudo haberle causado una grave lesión aunque afortunadamente no se rompió ningún hueso y si contusiones, moratones y heridas en el brazo.

La socorrieron los vecinos y la policía la llevó a urgencias donde la exploraron y curaron. He maldecido y sigo maldiciendo a todos los ladrones de guante blanco que nos roban los impuestos y no pisan la cárcel, apoyados por jueces y fiscales corruptos y prevaricadores. En alguna ocasión ha salido por los medios el caso de algún delincuente de poca monta que sí había ido o tenía que ir a la trena.

A partir de ahora, nunca más volveré a sentir lástima de individuos que asaltan al personal sin tener en cuenta el daño que pueden causar y sobre todo que lo que les pertenece es suyo, ganado con su esfuerzo y no tienen ningún derecho para asaltar a las personas sin tener en cuenta su edad. Tampoco aunque no sean mayores. Son basura humana, detritus de lo peor de la sociedad que basan su existencia en explotar a los demás -como los banqueros-. Para ellos, unos y otros, ni perdón ni piedad.