Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 27 de agosto de 2016

DESENFOQUE

Hace dos noches al ir a dormir, observé desde la ventana del baño lo que me pareció un avión. Parpadeaban las luces, y eran muy refulgentes en el firmamento bajo la Osa Menor. Permanecí un rato contemplándola al percatarme que no se movía, no era un avión. ¡Ostras, un ovni! Ala majo, que la gaseosa no produce delirium tremens. A la noche siguiente, volví al mismo observatorio a contemplar la misma escena. Habíase desplazado un poco por efecto de la hora, pero allí estaba. Indago en Internet, y no encuentro cual puede ser su nombre.

Me encuentro 50 céntimos de € en la arena de la playa. Fiándome de mi buena suerte, me gasto 30€ en la lotería nacional, nº 25825. Perdí todo. Y es que uno ya no se puede fiar ni de los santos.