Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

LIBERTAD

A principios de siglo -o finales del pasado- escribí una carta al director de El Periódico de Aragón la cual fue publicada y transcribo. Al hacer limpieza, salen vestigios del pasado.

Sr. Director:

Son ustedes los periodistas -junto con los políticos- unos grandes afortunados. A la inmensa mayoría de los mortales nos están vedados sus privilegios -y los de los de los políticos-. Hacen lo que quieren y les gusta y encima les pagan. Como a los políticos Y sino vean si existe algún oficio o profesión que pueda decir lo que les da la gana -como los políticos- y no los despidan o les monten un waterloo. No voy a tratar de trivializar ni minimizar los riesgos que, aquí y ahora, y en el conjunto del orbe, tiene su profesión. La de obrero también es muy arriesgada, más mortífera y peor pagada. No hay que olvidar que toda la carne de cañón que en el mundo ha sido y será, procedía del mismo estrato poblacional; y eso sin contar con los miles de víctimas anuales de las diferentes profesiones.

Todo esto viene a cuento de las reacciones que me produce leer los periódicos. La semana pasado escribió, en su diario, un artículo un señor apellidado Fernández Ordóñez respecto de los vascos, que nunca había visto tan real y diciendo verdades tan bien dichas, como las pensamos la mayoría del pueblo. Hace falta echarle bemoles al asunto para decir que toda la culpa de lo que pasa en el país vasco, la tienen los vascos. Porque es verdad. De los dineros que han volado, que han volado del resto de España hacia allí a lo largo de los años y de la falta de solidaridad con el resto de España, ya que recaudan los impuestos y se los quedan sin dar nada a los "extranjeros. Y aun así, venía a decir el señor Ordóñez, el presidente Aznar, que a nosotros como pueblo nos está insultando de todas las formas posibles (con la connivencia de los traidores de aquí "tú a poner piedras, Jauma"), estaba dispuesto a regalarles 800.000 MM de pesetas a cambio de la presidencia de la comunidad.

Pero no hay cuidado, aunque hayan perdido, seguirán TODOS haciéndole la pelota cuando no cosas peores a ese pueblo y a esos políticos. A nosotros aquí, con el cáncer dentro, ni puñetero caso. No tenemos reaños para pegar un puñetazo en la mesa y que todos se callen para que de una repajolera vez se escuche al pueblo de Aragón. ¿Libertad de expresión para los periodistas? por supuesto. ¿Libertad para poder ejercerla? lo mismo. ¿Condena de los asesinos? sin paliativos. Pero libertad también para el pueblo que no tiene derecho de réplica, sufre las consecuencias muchas veces de la desinformación y que, como mayoría que somos, pagamos los platos rotos (y los otros) de los políticos y periodistas, y también compramos los periódicos.

Y quiero aprovechar para decirle que, desde que se instauró el tercer turno de producción en Opel, y a causa de las villanías que vertieron sobre los trabajadores desde su periódico, juré que no volvería a comprarlo. Lo leo si tengo ocasión. Pero mantengo mi juramento. Y ya puestos, decirle al señor Bolea que, al margen de su capacidad periodística, se le nota demasiado donde le aprieta el zapato. Seguro que si los traidores de PP no le hubieran apartado de un rudillazo, hoy no contaríamos con las bondades de su prosa.

¡Qué poco hemos avanzado! Vamos hacia atrás como el cangrejo. De culo y cuesta abajo.