Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 4 de noviembre de 2016

VACÍO (pero no lleno)

Viajando en compañía de mi amada Laika, camino del exilio, he sentido en mi pecho una inmensa congoja y notado en mi espíritu un profundo vacío. Quizás el día y el cielo, cuyas lágrimas me han acompañado hasta el límite de mi patria chica, han influido para que mis ojos liberaran gotas de amargas perlas que a pesar de su esfuerzo, no han conseguido aliviar mi melancolía.

Leonard Cohen dijo hace poco que no temía a la muerte. Cuando lo pensó mejor, cambió de opinión. Si no fuera por eso, no me importaría partir.