Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 5 de febrero de 2017

AL ABRIGO DE UNA BUENA ESTUFA

En aquel momento, parecía una buena idea.

Son los doce de la mañana, nieva copiosamente en la tierra alta de la Ibérica turolense. La nevada que ya ha cubierto de blanco el entorno de los 900 metros de altitud para arriba, pronto obligará a poner cadenas a los coches que se aventuren a circular por las carreteras. Alguno, se quedará en el camino; menos mal que el móvil podrá sacar del atolladero a los arriesgados o irresponsables conductores.


No, no es día de aventuras ni de excursiones; la visita al castillo o a aquel restaurante perdido allá por las carreteras nevadas de Tramacastilla, El Batán, deberán posponerse, el día invita a quedarse en casa cerca de la estufa leñera. Como mucho, provisto de buen calzado y ropa en consonancia, salir a tomar un vermú al bar y charrar un rato con los amigos que se hayan atrevido a escapar del calorcillo de la lumbre.

Sin embargo, en la tierra rapitenca, el día no amenaza nieve pero unas rachas huracanadas sacuden cuanto a su paso encuentran. Algún pino, incluso algún toldo, han sufrido la fuerza de sus embates. Las pobres naranjas, yacen en paz encima del césped del jardín. No ganan para disgustos: tras sufrir los ataques de la mosca blanca y otras pestes durante el verano, hace unos días debieron soportar unos grados bajo cero y ahora estos vendavales; el Mistral o la Tramontana hacen de las suyas. Cae de vez en cuando algún algarazo sin que llegue a más, pero el día, sin ser frío, es muy desapacible.

El mar por su parte, está arriscado. Oleaje bravo que no invita a pasear a su vera y menos en los acantilados donde rompe con fuerza y a riesgo de ser arrastrado o al menos resultar empapado. Una nota positiva en este tiempo inestable: la primavera está en camino. Así lo anuncian algunos almendros que se visten de flores y animan el espíritu tan alicaído después de un invierno tan en su papel.

Frebrerico el corto, un día peor que otro. Lo dicho, es la hora del vermú y mañana será otro día. Posiblemente, nieva en la miseta.

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