Susana
esperaba que alguien le diera una explicación a un hecho que de momento parecía
cuanto menos inextricable. En el cementerio de su ciudad había ocurrido algo
que nadie entendía por el sitio donde los sucedidos habían tenido lugar. De
estos incidentes, circulaban tres versiones distintas. La primera la daban los
diarios a la mañana siguiente:
El
Cotilla Matutino, citando a la Agencia Router, exponía: según comunica nuestro
corresponsal, en la pasada noche se han producido grandes destrozos en el
cementerio de La Cartuja de Miraflores. Puestos en contacto con los médiums/cronistas
allí destacados de forma permanente, éstos han comunicado que la algazara se ha
generado y degenerado entre partidarios y detractores de la pasada Expo y sobre
todo, de la futura Exponabo. Las flores depositadas allí por los deudos de los
inquilinos y alguna que otra lápida, han sufrido las consecuencias. Quienes más
se han significado han sido los antiguos propietarios de la huerta de Las
Fuentes –opuestos a que sus herederos conviertan los campos de cultivo en
pelotazos urbanísticos, campo de fútbol incluido, con la excusa de la Exponabo–
contra ex representantes políticos y del ladrillo.
La
explicación oficial, aparte del bulo difundido por los diarios, fue que una
banda de adoradores del diablo y profanadores de tumbas había asaltado a los
difuntos y esparcido sus restos. Sin dar pábulo a nadie, personado en el lugar
el regidor municipal, ha ordenado que a todos los rebeldes se les confine en
una fosa común acorazada y blindada, eso sí perfectamente identificados y
numerados, hasta pasada la Exponabo en previsión de que pudieran volver a las
andadas. Aprovechando el diluvio que hoy está cayendo sobre la ciudad, ha
decidido que permanezcan cerradas al público las instalaciones, hasta tanto los
servicios municipales no pongan orden en ese tremendo patio de monipodio en que
han convertido al camposanto. Así, los visitantes y familiares, se evitarán el
sonrojo de ver el comportamiento de sus deudos. (Aunque alguno ya dio muestras
de ello en vida).
Susanita,
que tiene un ratón chiquitín, lo ha enviado para que, a través de la población
ratonil habitualmente residente en el recinto, se informe de los incidentes que
han devastado la necrópolis. Y la versión ratera difiere en los motivos a pesar
de coincidir en los protagonistas. Según parece, la gresca vino generada por un
difunto de reciente inhumación proveniente de otro enterramiento. Varias de las
inquilinas con residencia previa en la estancia fueron, en vida, amantes del
mismo. (Dicho esto sin ánimo machista leninista, pues con hombres, que se sepa,
solo se tiró a la charca del río). Y la escaramuza se precipitó en batalla
campal cuando el susodicho, para calentar los morros a más de un marido, se
paseó del brazo de varias de sus amantes por el corredor central de los
panteones. Lo cual encorajinó a los susodichos pues sus ex, para mofarse de
ellos, les hacían pedorretas y alguna peineta. Sin duda los bandos ya estaban
previamente definidos y el detalle solo fue el detonante necesario para
incendiar los ánimos y las ánimas. Con desatada furia la emprendieron contra
cruces, lápidas, mausoleos y cuanto pillaron a su alcance. Sabido es que la
gente que no ha tenido nada que perder en vida, en el Más Allá es incapaz de
superarse y siguen al servicio de quienes los han esclavizado con anterioridad
y como sicarios se muestran muy eficaces.
Así,
unidos a los restos de la fractura de los símbolos externos de las tumbas,
aparecieron multitud de tibias y peronés esparcidos por el paseo, algún cráneo
incluido. Los servicios del cementerio fueron de cráneo, el suyo de ellos, hasta
conseguir identificar huesos y titulares. Por cierto que, por mucho que se
esforzaron, no consiguieron dar con los restos del provocador de la tangana y
una de sus amantes. Susanita, al enterarse, quedó muy afectada: Uno de los
sepulcros más perjudicados había sido el de su fallecido padre; desconocía que
en vida había sido un golfo empedernido.
Última
hora: el alcalde, puesto de acuerdo en
secreto con las familias de los más rebeldes, han decidido incinerar sus restos
en previsión de posibles futuros altercados. No le ha importado que, entre
ellos, figuren pasados caciques y miembros ilustres de su partido. A la pareja
desaparecida, la han declarado proscrita y en rebeldía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario