O la mordida sobre lo que ya pagamos con creces.
Nos hemos acostumbrado -yo no- a la extorsión que significa este impuesto arbitrario para nutrir las barrigas y carteras insaciables de los políticos -TODOS- nacionales y europeos. Hay multitud de razones para estar en su contra: la primera, es que ya pagamos impuestos sobre nuestro salario, el IRPF. Y luego la plaga bíblica que significa este impuesto que pagamos hasta por mear. ¿Qué exagero? No solo pagamos por el agua que usamos al tirar de la cisterna del retrete, tampoco nos libramos de la extorsión del IVA y además, de un impuesto añadido para la depuración de las aguas a pesar de que en esta ciudad pagamos, o estamos pagando, una depuradora que nos salió por un ojo de la cara y que además sirvió para enriquecer a los delincuentes habituales del momento.
Cierto es que una factura sin IVA, por llamarla de alguna forma, no la puedes presentar para reclamación alguna salvo que, mintiendo, acuses al expendedor de haberte forzado a ello. Pero tiene cojones la cosa ¿hay alguna garantía de que si te cobran el IVA, este no vaya a engrosar la cartera del individuo que la ha emitido? Hay una enorme bolsa de fraude entre los profesionales liberales, autónomos, o cualquiera que cobra dinero en mano, de otros. Eso sin contar con los grandes estafadores, que ayudados por los bancos y esos bufetes de abogados delincuentes, se escaquean de pagar impuestos. Ejemplos los tenemos a diario en la prensa libre: El ex fiscal anticorrupción tiene con sus hermanos un chalet que es propiedad de una empresa radicada en Panamá. Y él, comiendo de nuestros impuestos. Y no es una excepción, sino la norma.
Tiene la cuestión una tremenda moraleja: ni en tu despedida de este mundo te libras del chantaje y los parásitos del gobierno; pagarás con las perras que hayas dejado o no, hasta el último céntimo sin que te ofrezcan la posibilidad de escaqueo. ¿Lo quiere con IVA o sin IVA?
Sin remordimientos, la partiría la cara al ladrón de Rajoy y al parásito Montoro.
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