Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 28 de junio de 2017

LA VERDAD, OS HARÁ LIBRES

Tengo escrito en alguna entrada una versión errónea de lo ocurrido una noche en mi pueblo. Según yo siempre creí, sin duda de forma equivocada, el episodio no tuvo lugar la noche que tras la escuela de adultos con un carro y a mano, los mozos asistentes nos regalaron una carretá de estepas para la hoguera de santa Lucía.

Ligué este hecho con la colocación de unas piedras en la carretera contra las cuales un taxista de un pueblo vecino "estrelló" su coche. Estos fueron los sucesos, en noches y actores diferentes:

-Unos mocetes, todavía menores de edad, cogieron un carro y se dedicaron a dar vueltas a una balsa que hay a medio kilómetro del pueblo, junto al cementerio, hasta que se cansaron. Solo cruzaron la carretera, no circularon por ella. Cuando volvieron a dejar el carro en el lugar de donde lo habían cogido, se fueron a la cama.

-Otros mozalbetes, estos mayores de edad pero compañeros de los otros, para gastarles una putada colocaron piedras en la carretera. La mala fortuna que esa noche estaba de guardia, quiso que acertara a pasar por allí el taxista antes mencionado; bastante cocido, que todavía no se había inventado el soplómetro. En esas circunstancias, ni se enteró de las piedras hasta que se las llevó por delante.

Como se suele decir, entre todos la mataron y ella sola se murió. Hubo enfrentamientos entre quienes defendían a los que nada tuvieron que ver con las piedras, los que las colocaron y algún gilipollas que lejos de poner paz, quiso hacer méritos a costa de todos ellos. Así, lo que pudo saldarse con una multa testimonial y el pago de los desperfectos del auto, acabó en el juzgado de Albarracín al cual hubieron de acudir todos, menores y mayores.

Según me cuenta uno de los actores, menor a la sazón, camino de Albarracín, de noche, les sorprendió una nevada y acudieron a una masada que había en el camino en busca de refugio. Les negaron la entrada y solo les permitieron acceder a un pajar en el cual, este muchacho, se clavó una horquilla en un pie. Bonito panorama para ir y regresar andando.

El juicio se saldó con multa y demás pagos, y de milagro no acabó ninguno en la cárcel dado como se las gastaban los que posteriormente se han declarado demócratas de toda la vida.

A este hombre, todavía le duelen los ecos de una noche que tuvo un amargo despertar sin comerlo ni beberlo. La herida de la horquilla ha cicatrizado pero la otra morirá con él y todavía supura. Me lo acaba de contar.

PD.- Tiempo después, este taxista justo enfrente del cementerio, se salió de la carretera. Hay una curva a la izquierda y el coche cayó en ese lado a una acequia que todavía existe. Lo habían alquilado dos personas del pueblo, matrimonio. Recuerdo que a él hubieron de colocarle varias grapas en una herida de la cabeza en vivo y en directo; el menda, como crío, estaba husmeando frente a la casa donde vivían los padres de los accidentados y llevado a la pareja.









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