¿Soy racista? La razón se enfrenta a dilemas difícilmente resolubles sin que alguno de ellos no se enfrente a ella. Uno de ellos es la cantidad de mendigos/pedigüeños profesionales que diariamente nos encontramos por la calle.
En el Panishop que a menudo compro el pan, hay una pedigüeña profesional -no creo sea correcto llamarla mendiga- que excepto los meses de verano (será que toma vacaciones) por la mañana hace guardia hasta mediodía. Lleva un vaso de plástico con alguna moneda que hace sonar cuando alguien pasa a su lado.
En una de las entradas a Grancasa mora, mendigando, otra mujer esta más joven. El año pasado estaba preñada y ahora, otra vez. Y digo yo: puesto que son unos inconscientes ¿no habrá nadie que sea capaz de inculcarles que si no tienen para comer ellos no deberían follar sin conocimiento y traer, como consecuencia, más seres que seguirán probablemente el mismo camino? Claro que luego los "explotan" y utilizan para el mismo menester.
Esta gente no son refugiados. Son caparras de la sociedad que entran por la frontera como pedro por su casa organizados en mafias y si no lo están se organizan aquí. Y eso no debería permitirlo el gobierno, debería deportarlos a sus países de origen. En Austria y otros países de Centroeuropa, los expulsan o compran para que se larguen. Aquí, como son colegas del partido del gobierno y su presidente, encuentran su exilio dorado.
A los mendigos románticos, aquellos desharrapados, llenos de mugre, borrachines y con la botella de vino a mano, los han desplazado ellos y las "autoridades". Recuerdo a una mendiga que había, el siglo pasado, en un transformador subterráneo frente a la facultad de Medicina en la Plaza de Paraíso. Cuando por las noches salía de trabajar, yo, ella se encontraba encima del enrejado al abrigo del calor que salía del transformador. De esos quedan pocos, los retiran; ella dormirá el sueño eterno en Torrero o sabe dios donde.
España y los españoles, quizá no seamos racistas pero si está demostrado que semos gilipollas.
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