Era más que un simple robot.
No sé por qué motivo me viene a la memoria aquel soneto de Lope de Vega que
empezaba así: Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en
tanto aprieto.
Violante nos pidió, a la
vuelta de las vacaciones, un ejercicio de redacción que, al menos a mí, me dejó
completamente fuera de juego, divagando. Y que, además, si contenía una
historia de amor, quizá nos pusiera matrícula de Leonor. Ahí es ná. No deseo
expresar mis pensamientos con tacos pero ¡coño! ¿Qué pretende que le contemos? ¿Cómo
voy a ser capaz de “vivir” una historia de amor con un robot?
Ciertamente que la robótica ha
adelantado una barbaridad tanto en hardware como en software, pero no me
imagino haciendo manitas o el amor con un robot por mucho que la ciencia haya
diseñado robots casi humanos. Al menos si por tal entendemos a una máquina que
a través de un PLC es capaz de realizar los movimientos previamente incluidos
en su programa, incluso hablar con voz metálica o de agradable señora o
caballero. Pero un muñeco hinchable no realiza esas actividades, es estático. Claro
que, por lo que a veces leo, las personas también somos capaces de robotizarnos
en muchos aspectos de la vida y no te digo ya en el campo amoroso. Inclusive,
carecer de sentimientos y discernimiento.
Porque vamos a ver, y no lo
digo por experiencia propia que conste. Si cuando estás intentando hacer el
amor, con grandes esfuerzos de concentración, dándolo todo, tu acompañante se
dedica a fumar un cigarrillo o móvil en mano wasapea con vete tú a saber quién o
con indolencia sigue la trayectoria del vuelo de una mosca o va y te dice que
mañana va a venir su señora madre (una suegra es bidireccional) a pasar unos días
en casa ¿podría definirse eso como hacer el amor con un robot que no te da ni
frío ni calor y además es capaz de cortarte la inspiración haciendo que tu
libido caiga más honda que las acciones del banco Popular? (Anda que si se le
cuela un virus en el soft y en vez de cortarte la inspiración te corta otra
cosa…)
No me veo enamorado de un
aparatejo de esos que denominan robot de limpieza y desempolvan el suelo sin
desanimarse en tanto las pilas contengan carga. Me causa una amplia sonrisa ver
el espanto que produce en mi perrita Laika que huye de él como el Diablo de la
Cruz. Si se queda aislada y tiene que transitar por el pasillo por el cual el
robot deambula, presa de un gran aprieto como don Lope, derrapan sus patas
sobre el parquet haciendo que el despegue le resulte poco menos que imposible
al animalico.
Os confesaré que si hubiera
un robot que llevara los niños al colegio, hiciera la colada, fuera al mercado,
preparara la comida, planchara tras hacer la colada, quitara el polvo, limpiara
los cristales de las ventanas y, en fin, me liberara de todas las faenas de la
casa, no dudaría en comprarlo y enamorarme perdidamente de él. Pero mi santa
dice: ¿y tú, qué ibas a hacer?
Y entonces me pasa como al
reloj de Dalí, me diluyo como un azucarillo.
Y ya perdido total el oremus, ahí va eso:
Un boceto
me manda hacer Rocinante
y yo nunca
me he visto en tal aprieto
como podré
rimar la consonante
si apenas
me conozco el alfabeto.
Un farol me
tiré, seré ignorante
debí no
cotorrear como un lorito
que nunca
presumir debes, delante
de quien
quiere a su vez ser un gallito.
Pongo a
Pitágoras de referente
juntando a
hipotenusa con cateto
pues de
esta forma me hallo la tangente
y doy por
realizado este boceto.
Sé que no
tengo idea de bocetos
¿acaso tos
ustedes son perfetos?
Me temo que me quedaré sin
matrícula de Leonor.
Y eso es to, eso to, eso todo amigos.
1 comentario:
Ánimo chaval, no decaigas. Alguna vez entrará por aquí un despistao.
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