Me he dado una vuelta por ciudad de México introduciendo en el buscador hechos trágicos respecto del tema que nos ocupa y preocupa y pardiez que me ha dejado perplejo el culto a la Santa Muerte en el barrio más peligroso de la capital: la colonia Morelos.
Sin duda habrá partícipes que escribirán relatos sublimes, pero cuando no hace falta poner la imaginación en marcha porque la realidad supera a la fantasía, solo hay que dejarse impregnar por ese misticismo, para muchos incomprensible, que rodea a la muerte.
Cuando ves a un individuo que condenado por homicidio, secuestro y un montón de delitos más, explicar sin complejos que se libró de la cárcel por las rogativas a la Santa Compaña, piensas si no serás tú el que anda un poco desequilibrado por tanta incredulidad hacia los asuntos del Más Allá. Y que, además, baña con tequila a un esqueleto que la representa.
En el colmo de la idolatría, se comportan como romeros en el día de la virgen de Las Marismas. Considerar a la muerte como Santa, es como perdonar a tu asesino. Tenía noticia de la veneración casi pagana en algunos cementerios, pero esta realidad me ha impactado.
Solo queda respetar las creencias ajenas siempre que no impliquen daño a otras personas humanas.
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