─Señor
¿por qué no permitís que lo hagamos nosotros?
─No,
quiero que tenga vida y evitar los errores del pasado.
Cuando
creyó que todos los personajes imprescindibles estaban listos, les dijo:
—
Ea, ya podéis comportaros como seres vivientes, pero sin desmadraros.
Al
poco aquello se convirtió en una pejiguera. Como el anterior. Como siempre. No
tardaron en comenzar los conflictos por el agua, los pastos, las tierras…Todos
contra todos. Parecía “una noche en el
museo” cuando, tras adquirir vida, las figuras se dedicaban a intentar destruirse
entre ellas.
—
¿Es que no hay forma de acertar de una puñetera vez? ¡Qué venga el informático
inmediatamente! ¡Lo voy a despedir por inútil! —. A punto estaba de darle un
puntapié y hacer volar todo por los aires.
—
¡Paaaara, papá! Todos los años lo mismo. Sabes que tiene un defecto de
fabricación en origen. Ya habíamos acordado que los dejábamos a su aire, son
incorregibles. Recuerda lo que me hicieron a mí cuando me enviaste con la
intención de armonizar y depurar el programa. El algoritmo tiene un virus y es
irrecuperable. Y lo sabes.
Mas
como los problemas nunca vienen solos, los Magos llamaban a su puerta para
quejarse amargamente de que, como venían de Oriente, los habían confundido con
refugiados y no les permitían atravesar las fronteras para cumplir con su
cometido.
—Es
una injusticia, Señor. Y un boicot comercial encubierto a favor de Papá Noel.
Como éste vive en los países nórdicos, si a nosotros nos prohíben la entrada,
todo el mercado europeo para él. Y Tú sabes que en otros bazares no nos conocen
ni estiman. ¿Nos imaginas cruzando el Mediterráneo en patera, cargados de
juguetes? El Arca de Noé sería insuficiente.
Y
por si faltaba algo, su nieto también se quejaba:
—
Jo, abuelo, ya te vale, todos los años el mismo regalo ¿para cuándo una Tablet, o una PlayStation?
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