Si hasta con mi suegra tenemos diferencias en como hacer unas sopas de ajo, imagino que sería el cuento de nunca acabar si esta fuera una consulta popular.
Idem con las migas. Cada cual hace de su capa un sayo a la hora de preparar unas migas. Es un plato que nunca he hecho. Si lo he comido, ha sido preparado por otras personas. Incluidas las de supermercado.
Una vez trabajé en un mesón junto a la calle san Vicente de Paúl. Allí confeccionaban unas migas con longaniza y todo el proceso lo realizaban ellos. Una abuela de la casa, se pasaba el día haciendo migas, o sea, cortándolas a mano; luego las remojaban un poco con la mano para que estuvieran húmedas. La longaniza también la hacían al estilo casero, de pueblo de toda la vida.
Procedimiento: La longaniza se asaba al horno en cazuelas de barro. Con la grasa que soltaban, se freían las migas. Ajo picado en el mortero, y jamón en trocitos, tacos. Cuando el ajo comenzaba a tomar color, enseguida, se echaba el pan y luego a revolver hasta que se tostaba. Se servían en cazuela de barro con un trozo de la longaniza asada. Por supuesto, estaban de toma y come.
Me llamó mucho la atención que un día de Viernes Santo -por la calle Escuelas Pías crucé la procesión para ir a trabajar- los clientes pedían migas con longaniza. Yo me hacía cruces con la herejía de aquellas gentes ¡mira que comer longaniza en viernes santo! Pobre de mí...
Con el tiempo me enteré de una curiosa coincidencia: aquella familia era originaria de Calamocha y eran parientes de mi santa. De la época de su bisabuelo procedía la parentela y el apellido, el mismo.
Otras migas que he comido, en vivo y en directo, las confeccionadas por la Morena en el pueblo. Básicamente el mismo procedimiento pero sin longaniza y con un poco de pimentón dulce al final. Como siempre se comen a deshora en las fiestas, resultan agradables de comer y saben a poco. Y las uvas, estas negras moradas gordas que venden ahora, comidas entre cucharada y cucharada, a mí me encantan.
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