Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 15 de enero de 2017

LA MUERTE EMPIEZA EN (EL) COLON                

No participar en concursos

Era la primera ocasión que visitaba Barcelona. En la anterior no salió de la estación del ferrocarril, camino de un pueblo de la Costa Brava. Lo hacía como se hacen la mayoría de las cosas, siguiendo el instinto. Para él, aquello podía resultar una odisea sin resultados preestablecidos. Sabía por qué se encontraba allí y que debía hallar un modus vivendi pues no olvidaba que Barçelona es bona, si la bolsa sona. Debía buscar una pensión asequible a sus fondos para tener un lugar donde pasar la noche, más adelante se centraría en algo más concreto. En los aledaños de la estación de Francia las había sin grandes pretensiones pues eran eso, de paso. Incluso con aglomeración de camas tipo cuartel, que los hosteleros aprovechaban en demasía el espacio; y los clientes, pues también eran eso, de paso y sin pretensiones.