Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 9 de marzo de 2017

EL OTRO MENTIROSO

No participar en concursos

A Gumersindo Ruibarbo, lo pillaron in fraganti con las manos en la masa. Una gallina en cada mano, agarrada de las patas con las alas revoloteando y sin parar de cacarear lastimeramente. Cuando ya se creía a salvo después de hurtar las gallináceas, al ir a saltar la tapia huyendo, dio de bruces con el dueño del gallinero que le encañonaba con una escopeta recortada del calibre doce. No solo le cayeron al suelo las gallinas —las cuales huyeron como alma que lleva el diablo—, también sus atributos masculinos le subieron al garganchón poniéndosele de corbata. De sobra conocía la fama del tío Malaquías, que desayunaba un robagallinas todos los días. Poniéndole la escopeta en la barriga le conminó a dirigirse hacia un cobertizo pegado al gallinero donde lo encerró hasta que los civiles acudieron a por él.