El mes por antonomasia de la melancolía.
Del verano que se fue; del amor que nunca volverá; de los días largos y soleados.... La playa se queda triste y sola, como la Tuna, abandonada por la muchedumbre bullanguera, las pieles bronceadas o escocidas, los besos piratas y algún que otro escarceo amoroso al que el mar dio su manto protector e íntimo.