Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

HUELE A NAVIDAD

En la carpintería de Nazaret, José, el maestro carpintero, le pide al niño aprendiz que recoja las virutas del suelo. Está cepillando las cuadernas de un barco y los residuos se le introducen entre la sandalia y el pie. Pero hay un ratoncillo en un rincón que mira respetuosamente al rapaz y le dice: “Déjame algunas virutillas para poder hacer un lecho donde abrigar a mis hijos que están a punto de nacer”. Y el Niño, le convierte un puñado de virutillas en queso gruyere y requesón. “Pero no se lo digas a nadie, ¿eh?”. Huele a Navidad.  

©




NAVIDAD EN LA GRANJA

  Meses antes de la Navidad, al gallo Perico y al pavo Gluglú, comenzaron a alimentarlos a cuerpo de rey. ¡Esto es vida! pensaban. No hay duda de que nuestro comportamiento está recibiendo su recompensa.
Ajenos a lo que sobre ellos preparaban sus dueños, acumulaban grasa y músculo y engordaban a ojos vistas. Unos días antes de la Nochebuena, ambos se esfumaron misteriosamente. Al otro día, sus allegados preguntaron a toda la comunidad si los habían visto o sabían algo de ellos. Por eso, al año siguiente, cuando a Gluglú hijo comenzaron a tratarlo de forma sospechosa, andaba muy mosqueado. Lo alimentaban igual que a su padre, a cuerpo de rey. Tanta amabilidad lo tenía escamado.
  Así que cuando Gluglú vio que comenzaban a engalanar calles, árboles y portales, decidió volar de tejado en tejado hasta llegar a lo alto de la torre de la iglesia. “Gluglú, baja de ahí” le decían una y otra vez sus dueños tratando de convencerle. “Glu, glu, ni hablar, no pienso hacerlo hasta que pase la Navidad”.
  El gallo de la veleta que llevaba siglos allí, solo, señalando de donde soplaba el viento, descuidó sus labores y pasa todo el día jugando al veo-veo con el pavo Gluglú. Si les gana el aburrimiento, llaman a algunas palomas y juegan al corro la patata alrededor de la cúpula del campanario. En el gallinero, después de que Gluglú volara a la torre negándose a bajar, la concurrencia anda alborotada tras oír cantar a los dueños: “…échale guindas al pavo...que yo le echaré a la pava...” Y para proteger a los hijos pequeños que desaparecían antes de haberlos destetado, todas las noches los esconden bajo montones de heno con la advertencia muy severa de que si intentan salir y meter bulla, el hombre del saco los llevará a todos y nunca jamás volverán.
  Durante la Navidad, Gluglú seguía en lo alto del campanario visiblemente desmejorado a pesar de que las palomas lo habían alimentado. El pavo se había convertido en el símbolo de la resistencia para la granja y la atracción de todas las miradas del vecindario. Más de uno estaba al acecho por si caía, hacerlo desaparecer lo más rápido posible.  El día de Reyes, los más madrugadores dirigieron sus miradas hacia lo alto del campanario. Ya no está, se dijeron. Voy a ver si está por el suelo, pensó alguno. A pesar -o a causa- de la nevada que continuaba cayendo, nada, ni rastro. Muchas conjeturas, pero ninguna certeza.   El desconcierto fue mayúsculo cuando al observar la veleta de la torre, comprobaron admirados algo que la nieve al caer había ocultado: el gallo que señalaba de donde soplaba el aire ¡también había desaparecido!

©

NOCHEBUENA

Aquella noche, decían que era Nochebuena. El niño no entendía por qué aquella noche iba a ser diferente cuando todas las noches, y los días, eran más bien un infierno. Unido al horror de la destrucción sistemática usando la coartada de la autodefensa, se estaba produciendo el enfrentamiento de la propia gente separada en facciones irreconciliables. Con nefastas consecuencias para la población que sufría hambre y miseria.

ELEGÍA PÓSTUMA

En el día que te hubieras librado del castigo bíblico que nos invade a parte de la humanidad, te dedico esta esquela que nunca leerás:
Querida Estrella Doliente del Camino a Ninguna Parte:
¿Cómo plasmar en una cuartilla sentimientos que han durado toda una vida y que tú, jamás leerás? Sin duda gentes habrá que impregnarán su historia de floridas frases, palabras grandilocuentes y fantasías de cuentos de hadas. Pero la realidad no es tan halagüeña y edulcorada.

MIERDA (CON PERDÓN)

Hace años escuché la siguiente expresión: "el día que la mierda cotice en bolsa, los pobres nacerán sin culo". Me pareció hilarante y con un fondo que expresaba la realidad actual: no somos, el común de los mortales, dueños de nada. Cuanto de valor existe, está en manos ajenas, como las vaquitas de Atahualpa Yupanqui. Y siempre son, esas manos ajenas, las de la codicia, la avaricia, el desamor hacia los demás y la querencia excesiva hacia sí mismos; todo lo quieren para ellos; al prójimo, ni agua.

Pues ahora, aunque no tenga que ver con la posesión en exclusiva de la mierda, todo se andará, leo que efectúan un trasplante de mierda; caca según el término leído. Algunas personas, "fabrican" un cultivo excesivo de unas bacterias.

La dichosa bacteria, Clostridium difficile, como un vulgar okupa, causa problemas a su casero de ahí que, con vigilancia médica, intenten inocular heces con bacterias de expansión normal y así evitar o corregir los problemas intestinales.

Lo dicho, estamos a un paso de nacer sin culo o hipotecado.