El Poeta
He conocido a alguno. El primero era un tornero que vivía la
guitarra como único fin en su vida. Pelaba hierros por necesidad vital pero lo
suyo era lo otro. Le llamábamos el poeta; alguien se lo inventó y el resto lo
amplificamos.
Todavía conocí a otro más tarde. Vivía la poesía para
interpretarla en una canción. Incluso le envió una a Juan Pardo y triunfó la
canción y la letra, pero a él, no le llegó nada. En general les ocurre a
quienes quieren ver reconocido su esfuerzo, en lo que sea. Llaman a la puerta
de quienes ya están situados y éstos, si su invento cualquiera que sea se ve
reconocido, lo hacen suyo, lo plagian. A mí, que soy un juntaletras aficionado,
me han plagiado. Y eso lo que sé, ya que tardé cinco años en enterarme; en
general a todos nos han podido hacer suyos cuantos relatos, cuentos, poesías o
entradas de blog hayamos podido escribir o enviar a concursos y otros
engañabobos en general. No es una panacea, pero tener registrados los escritos
en una web llamada SAFE CREATIVE es un seguro, relativo, contra los
plagiadores.
Personalmente, de forma equivocada con seguridad, creo que
hay que tener madera para ser poeta. Alma de trovador o mente atormentada y eso
lo digo por experiencia. Si como escritor –permitidme la licencia- soy malo,
como poeta inclasificable. (No diré aquello de Bette Davis: “Cuando soy buena,
soy muy buena; cuando soy mala, soy mucho mejor”). Pero he observado en mi piel
que estando mi alma atormentada por algún episodio, he sido capaz de hilvanar
algún verso para consumo propio. De ahí mi reflexión. No catalogaré a quienes
con dominio y conocimiento del tema, exhiban dotes y poemas fascinantes. Con
toda seguridad lo hacen como una trabajadora del sexo: mirando al tendido,
fumando un cigarro o siguiendo el vuelo de una mosca. Sin alma vamos.
Hubo un tiempo, en la época del blog en La Comunidad de El
País, que seguía a un tipo que firmaba como Tierrafacio. Su habilidad para
escribir sonetos, me contagiaba y admiraba. Cuando por presiones del pajarraco
ese que ha hundido al periódico abandonamos La Comunidad, él marchó a wordpress
y ya dejé de seguirle.
Siempre oyéndole declamar - ¿así llaman a lo que hacen los
rapsodas, no?- despertaba en mí instintos inconfesables. Ese hablar cansino y
afectado no lo puedo soportar. Deberían conformarse con escribir los poemas y
dejar al lector interpretarlos como le diera la gana. Hablo de Rafael Alberti.
Y como el movimiento se demuestra andando, aquí queda una
muestra del poeta que, en alguna parte, escondo.
COLGAO
Cuentan de un tipo que un día
tan ido y colgao estaba
que las hierbas que cogía
con éxtasis se fumaba.
Jormos de estepa, patacas
hojas de espliego, ababoles
tomillo, romero y celtas,
patateras, girasoles.
Tan bien andaba surtido
que en trance siempre vivía,
aún sin nieve, alucinado,
para él, todo servía.
Un día de lucidez
sintiéndose pelín paria
dióse suma rapidez
en encender una faria.
Ya en la chepa del camello
miró pabajo y la vió
se lanzó hacia el canalillo
¡vaya ostión que se pegó!.
De tirarse y ver estrellas
dióse el nen por informado
pues quiso tocar mamellas
y acabó descalabrado.
Por más ganas que tuviera
ya más no puedo seguir,
copiaría si pudiera
todo mejor que escribir.
enviado a Literautas
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