Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 5 de febrero de 2018

EL POETA


El Poeta

He conocido a alguno. El primero era un tornero que vivía la guitarra como único fin en su vida. Pelaba hierros por necesidad vital pero lo suyo era lo otro. Le llamábamos el poeta; alguien se lo inventó y el resto lo amplificamos.
Todavía conocí a otro más tarde. Vivía la poesía para interpretarla en una canción. Incluso le envió una a Juan Pardo y triunfó la canción y la letra, pero a él, no le llegó nada. En general les ocurre a quienes quieren ver reconocido su esfuerzo, en lo que sea. Llaman a la puerta de quienes ya están situados y éstos, si su invento cualquiera que sea se ve reconocido, lo hacen suyo, lo plagian. A mí, que soy un juntaletras aficionado, me han plagiado. Y eso lo que sé, ya que tardé cinco años en enterarme; en general a todos nos han podido hacer suyos cuantos relatos, cuentos, poesías o entradas de blog hayamos podido escribir o enviar a concursos y otros engañabobos en general. No es una panacea, pero tener registrados los escritos en una web llamada SAFE CREATIVE es un seguro, relativo, contra los plagiadores.
Personalmente, de forma equivocada con seguridad, creo que hay que tener madera para ser poeta. Alma de trovador o mente atormentada y eso lo digo por experiencia. Si como escritor –permitidme la licencia- soy malo, como poeta inclasificable. (No diré aquello de Bette Davis: “Cuando soy buena, soy muy buena; cuando soy mala, soy mucho mejor”). Pero he observado en mi piel que estando mi alma atormentada por algún episodio, he sido capaz de hilvanar algún verso para consumo propio. De ahí mi reflexión. No catalogaré a quienes con dominio y conocimiento del tema, exhiban dotes y poemas fascinantes. Con toda seguridad lo hacen como una trabajadora del sexo: mirando al tendido, fumando un cigarro o siguiendo el vuelo de una mosca. Sin alma vamos.
Hubo un tiempo, en la época del blog en La Comunidad de El País, que seguía a un tipo que firmaba como Tierrafacio. Su habilidad para escribir sonetos, me contagiaba y admiraba. Cuando por presiones del pajarraco ese que ha hundido al periódico abandonamos La Comunidad, él marchó a wordpress y ya dejé de seguirle.
Siempre oyéndole declamar - ¿así llaman a lo que hacen los rapsodas, no?- despertaba en mí instintos inconfesables. Ese hablar cansino y afectado no lo puedo soportar. Deberían conformarse con escribir los poemas y dejar al lector interpretarlos como le diera la gana. Hablo de Rafael Alberti.
Y como el movimiento se demuestra andando, aquí queda una muestra del poeta que, en alguna parte, escondo.


COLGAO

Cuentan de un tipo que un día

tan ido y colgao estaba

que las hierbas que cogía

con éxtasis se fumaba.

Jormos de estepa, patacas

hojas de espliego, ababoles

tomillo, romero y celtas,

patateras, girasoles.

Tan bien andaba surtido

que en trance siempre vivía,

aún sin nieve, alucinado,

para él, todo servía.

Un día de lucidez

sintiéndose pelín paria

dióse suma rapidez

en encender una faria.

Ya en la chepa del camello

miró pabajo y la vió

se lanzó hacia el canalillo

¡vaya ostión que se pegó!.

De tirarse y ver estrellas

dióse el nen por informado

pues quiso tocar mamellas

y acabó descalabrado.

Por más ganas que tuviera

ya más no puedo seguir,

copiaría si pudiera

todo mejor que escribir.

enviado a Literautas

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