Los españoles, muy españoles y mucho españoles, tuvimos la "suerte" de que a la muerte del genocida golpista, heredáramos a una perla como rey, nieto de aquel rey que huyó de España al proclamarse la República. Nada nuevo bajo el sol, a la vista de las joyas que le habían precedido.
Pero este creo los ha superado a todos. Golfo y putero, como sus antepasados; ladrón, bajo el epígrafe de comisionista; golpista, pues ha quedado meridianamente claro que en el 23 F estaba metido hasta las cachas; y falto de moral y honestidad, felón que diría algún escritor con posibles, hasta sonrojar a la ciudadanía.
Ahora, en un nuevo alarde de falta de vergüenza, se ha dejado retratar con el heredero de la tiranía saudí, un asesino sin escrúpulos, causante de miles de muertos en el vecino país, Yemen, y en otras naciones árabes o no.
La mayor gloria de este individuo criminal, el saudí, ocurrió hace poco en Turquía, donde mandó matar y desollar vivo a un periodista que no le reía las gracias:
Khashoggi. El emérito, en una muestra más de indecencia y falta de respeto al pueblo español, no tuvo inconveniente en que lo inmortalizaran junto a tan despiadado asesino. Claro que de este, se puede esperar todo y nada bueno. De ambos.
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