En el Más Allá, hace
tiempo se originó una disputa entre san Pedro y Lucifer. Evidentemente, el
primero no podía admitir a según qué desalmados llamaran a su puerta, por lo cual
indefectiblemente eran desviados a los dominios del segundo. Los demonios
recibían, por razones obvias, con entusiasmo a las personas y personajes de
vida alegre y libertina. Pero ya estaban hasta los cuernos de recibir a
pederastas, maltratadores, tiranos y genocidas de toda índole y calaña.
La gota que colmó el
vaso de sus tragaderas, la proporcionaron los hipócritas que a salvo en sus
torres de marfil, no les importaba que millones de seres humanos acabaran en la
indigencia y la hambruna y que al intentar mejorar su situación y la de sus
familias, acabaran siendo pasto de los peces en el fondo de cualquier mar;
masacrados en cualquier frontera a tiro limpio o negándoles la más mínima
asistencia para paliar su indigencia.
De ahí que hayan
establecido un pacto entre el cielo y el infierno: ¿Dónde quedan aquellos que
acumulan crímenes sin cuento? Antes le llamaban Purgatorio, ahora los mantienen con
vida en la Tierra. Hay mucho irresponsable, incluso en el Más Allá.
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