El pueblo, los pueblos, son, han sido y serán, convidados de piedra en los bailes de las castas dirigentes, ya sean monárquicas o republicanas. Solo es necesario echar un vistazo al pasado y al presente para darse cuenta de que aquella política francesa del "todo por el pueblo, pero sin el pueblo" sigue vigente. Despotismo ilustrado, que ha devenido en zafio, analfabeto y dictatorial, cuando no directamente delincuente.
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