Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 2 de enero de 2018

PAPÁ NOEL


Casi de madrugada, cuando todavía estaban poniendo las aceras, encaminé mis pasos hacia el hospital; iban a realizarme una hernioplastia inguinal en la CMA del Royo Villanova. A mi lado, en preparatorio, un abuelete de luengas barbas blancas esperaba con los goteros ya funcionando. Al momento lo llevaron y a mí detrás. Al pasar por un ventanal, vi asombrado como un trineo levitaba a la altura del mismo. Lo achaqué a algún delirio fruto del mejunje goteril aplicado a mi vena. Tumbado en la mesa de operaciones, me informan que me van a dormir, no anestesia epidural como previamente me habían explicado. Mascarilla en la cara y antes de que puedan reaccionar me escapo y por la ventana me lanzo en plancha sobre el trineo.