Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 15 de enero de 2018

EL DEVORADOR DE LIBROS


En aquella biblioteca semiabandonada coexistían incunables antiguos con volúmenes de un pasado reciente. La desaparición del entusiasta coleccionista a la vez que infatigable lector, condenó al ostracismo y al polvo las estanterías repletas de libros. No era abandono, sino falta de interés el mal que padecían los libros.