Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 19 de enero de 2018

ENVIDIA

Siento envidia de quienes se toman la vida a grandes sorbos, sin pensar en las consecuencias que casi siempre, para ellos, suelen acabar prematuramente. Quienes instalados de forma anodina en la rutina diaria, medimos de forma previa cualquier acto que pueda afectarnos negativamente y por ende alejarnos de esa cómoda e insulsa supervivencia. En una palabra, unos se ríen de la muerte y otras la tememos.