Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 1 de febrero de 2018

LA WEB DE ZENDA

Últimamente descubrí una web que organiza concursos literarios. Como buen perdedor, aunque a veces cunde en mi la desmoralización, participo a sabiendas de que no quedarán ni las migajas tras la fiesta. No es resquemor de mal perdedor: a veces veo relatos premiados y me quedo pasmao, no sé que coño ha visto en ellos el jurado. Puede que sea una leyenda urbana aquello de que los premios están amañados, pero hallo más placer en leer viejas entradas de mi blog que en la lectura de esos -verdaderamente- fallos.

Si que tengo claros los objetivos que persiguen los organizadores de los eventos: amén de la participación -no importa que la chusma nos colemos en ellos, cuanto más numerosa mejor-, premiar a alguien ya "consagrado". De Nobel para abajo se admiten todos. Hace poco me llamó la atención que el premio de una bodega había recaído en Luis Landero. No es que sepa su vida y milagros, pero que un tipo como ese se avenga a figurar como ganador, expide un tufo a tongo que echa para atrás.

A lo que iba. Esa web se llama Zenda y ya participé esta  pasada Navidad, en un concurso que organizaron. Es muy goloso el premio, 2000€ y 1000€. Ahora han organizado otro con igual premio. Pero no sé que coño le pasa a mi ordenador o a la mentada web, que ya me he hartado de enviar relatos -más bien reenviar el mismo- porque no los admite. En el colmo de la desventura, ahora, mientras escribo esta entrada, no me deja ni entrar o registrarme. A LA MIERDA, total no me iba a comer un colín.

Por cierto esas entradas no admitidas o no registradas, son los dos post precedentes.

PD.- Aparte los Nobel, el peligro está en los cazapremios, verdaderos corsarios de los concursos literarios.