Esta tarde, tras un rato de descanso, he
acometido la difícil tarea de seguir el culebrón que por circunstancias ajenas
a mi voluntad llevo tiempo visionando (joder que palabro). Me he piscoanalizado
llegando a la conclusión de que su seguimiento es producto de la imposibilidad
de huir de él. Nadie me obliga a verlo, pero si no lo hago, ¿cómo diantres
(coño) voy a quemar esa hora de reloj y tarde?