Sobre Dios, cuentan, dicen y no acaban; que es infalible, omnipresente, omnipotente, en fin, la hostia. Y no, no es cierto. Como diría el engendro de Marichalar y la Elenita, es un flojo. No ha dado pie con bola desde que puso la mano o el ojo, encima de este miserable planeta.