¿Quedará algún piso libre?
Llevaban varios meses de búsqueda sin hallar zapatico que se amoldara a sus
gustos y necesidades. Se cumplía a rajatabla el dicho aquél: “Lo que quiero no
me dan y lo que me dan, no lo quiero”. Habían involucrado a sus familiares en la
investigación y éstos, ya se daban por derrotados. Tantas vueltas e ir de aquí
para allá, tantas llamadas por teléfono e indagaciones por las distintas
oficinas inmobiliarias de la ciudad. Incluso visitaron ¡y se inscribieron! en
páginas web dedicadas a la compraventa de pisos y similares. Nada, no había
forma de encontrar alguna oportunidad adecuada. Para más recochineo, el piso
propio donde habían habitado los últimos años, ¡lo habían vendido! Este pequeño
contratiempo significaba que en meses, se encontrarían ¡en la puta calle! de no
mediar el tan ansiado milagro.