Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 1 de diciembre de 2018

CONFUCCIO O MALA INTERPRETACIÓN

Una lectora me ha censurado en el relato de Literautas sobre Raimundo Amargo y su burro Aniceto ¿o era Canelo?, que no le quedaba claro si el dueño del terreno invadido por los transeúntes, Mundin y Canelo, los perseguía estaca en mano porque se sentía avasallado en su derecho sobre la finca o al revés, si lo que pretendía era invitarles a abandonar el camino y hollar su propiedad. He leído y releído la coña marinera esa y puede que ella tenga razón y yo esté ofuscado pues al ser el autor, me imagino al burro tropezando, al jinete saliendo despedido por las orejas del jumento y al agricultor u hortelano, que aun siendo la misma cosa no queda claro, iracundo blandiendo la estaca cual ángel exterminador expulsando a Adán y Eva del Paraiso o con una copa y pastas dándoles la bienvenida.