
Noche de Mayos. De Ilusión. De Melancolía. De lo que fue. De lo que pudo ser y no acaeció. En la serranía de Albarracín, en algunos pueblos se cantarán los Mayos. En Albarracín, también, pero ya convertidos en folklore. Aquellos Mayos, que tuve la suerte de participar en mi pueblo con dieciséis años, -solo una vez antes del éxodo o el exilio-, ya murieron víctimas de lo que todos compartimos. A pesar de ello, añoro aquella noche de ilusión, magia o desencanto, que de todo había. Hoy, ya somos pasado. Los jóvenes son hijos de la diáspora y no pueden tener esas nostalgias pues no las han vivido. El otro día en la peluquería a un crío, mientras esperaba turno, le pusieron un juego para entretenerlo. Yo a su edad, los nidos y el trabajo del campo, de acuerdo a mis posibilidades, entretenían mi ocio. Y como cantaban Celtas Cortos, "ya no queda casi nadie de los de antes y los que hay, han cambiado". Mi única Maya, ya marchó el siglo pasado.
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